Los códigos QR en las lápidas de los cementerios son una nueva tendencia que permite rendir homenaje a los fallecidos y mantener vivo su recuerdo, tanto en sus familiares, como en los visitantes del camposanto.
Es una manera de recordar momentos vividos de las personas enterradas y recordar sus facetas más inolvidables.
El usuario @kincrests acostumbra a publicar en su cuenta de TikTok las historias de los muertos, escaneadas con código QR y las comparte en esta red social.
Una de sus historias es viral en la plataforma asiática con más de cinco millones de reproducciones. Se trata de una pareja de bailarines. Al escanear, se puede ver el video de una mujer bailando con el hombre. Indiscutiblemente, son unos profesionales en el baile, no es de extrañar que quien los mire, se deleite con el ritmo de sus movimientos. Después de unos segundos, se observa a la misma pareja bailando, ya son ancianos.
Los cuerpos de ambos están enterrados en la misma tumba.
“Esto alegró mi semana, fueron los bailarines más increíbles que jamás haya visto, es tan hermoso que continuaron bailando juntos toda su vida”, dice @kincrests.
Otro video similar también es viral con 1,7 millones de vistas. Es una pareja, también bailaban de jóvenes y lo siguieron haciendo de ancianos. De igual forma, los enterraron juntos.
“Bailando toda la vida y haciendo lo que más amaban”, escribió el tiktoker.
Códigos QR: tendencia
Con la nueva tendencia de los códigos QR en las lápidas se comparten detalles sobre la vida de los difuntos con videos y fotos, es una forma de mantener vivas sus anécdotas y la forma como se caracterizaban.
Es un estilo que cada vez está ganando más popularidad porque permite preservar la historia de los seres queridos. En vez de ver su nombre en la lápida, la idea es que se pueda ver lo que ellos eran en vida. Se mantiene viva su memoria de forma digital.
Sin embargo, hay un aspecto que destaca como debate de esta opción y es sobre qué tipo de información se tiene derecho a compartir sobre la vida del fallecido. Al fin y al cabo, era su vida, y quizá sólo él o ella, tengan derecho de decidir qué es lo que quiere compartir o cómo quiere que lo recuerden.