La modelo Misha Montana sufrió un derrame cerebral cuando tenía 30 años. Comenzó a sentir los síntomas cuando estaba teniendo relaciones sexuales con su pareja. Tras tres años de esta experiencia, la mujer contó lo que sintió y cómo esto le cambió la vida.
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Su historia la reseñó The Mirror, en cuyo medio se lee que la mujer contó que no experimentó dolor, sino que se sintió confundida, extraña y que no podía hablar. En un principio, pensó que se trataba de una alergia.
“Me sentí extraño y confuso, pero no sentí ningún dolor asociado con mi derrame cerebral. estaba teniendo relaciones sexuales cuando sucedió. La única razón por la que sabía que algo andaba mal fue porque no podía hablar y pensé que era extraño en mi cabeza. Mi cita en el tiempo no se dio cuenta hasta después. Fui al baño de inmediato. No podía hablar y él me miró como, ‘¿Estás drogada?’”, relató Misha.
A pesar de la advertencia de su pareja, ella obvió que estuviera sufriendo un derrame cerebral, porque tan sólo tenía 30 años. Creía que era algo que solamente ocurría a las personas mayores.
Expresó que conforme iban pasando los minutos, se sentía peor. Su cara y sus pies se pusieron tensos, como entumecidos, no podía cerrar sus ojos y su boca lucía hacia un lado y hacia abajo, no podía usar el lado derecho de su cuerpo. Al verse así, entró en pánico y fue al médico.
En el hospital, el diagnóstico fue tal como se lo dijo su pareja: era un derrame cerebral por un agujero que tenía en su corazón y que se cerró rápidamente.
Recuperación y aprendizaje de vida
A Misha Montana, le tocó hacer terapia para tratar de recuperar la sensibilidad del lado derecho de su cuerpo y aprender a defenderse con el lado izquierdo que sí le funcionaba. Poco a poco, ha ido mejorando la movilidad en su parte derecha, pero aún le falta por recuperarse.
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Destacó que la vivencia le dejó un gran aprendizaje de vida, ya que ahora, disfruta más cada momento y se atreve a hacer las cosas que antes no hacía por miedo. Aprendió que la vida puede ser muy corta y que no hay que limitarse por temores. Además, aprendió que la imagen física no lo es todo.
“Hay tanta presión por ser mujer, y mucho menos ser mujer en una industria competitiva con altos estándares de belleza. Pensé que mi cara estaba arruinada”, expuso.
El habla y la memoria es lo que más le ha costado recuperar, pero como madre de un niño, se esfuerza cada día por su retoño y trata de sacar de esa vivencia algo positivo.
“Después del derrame cerebral, pensé: ‘Esta es mi segunda oportunidad y no quiero desperdiciarla. Después decidí hacer cosas que me asustaban. Me aterrorizaba volar y ahora ya no tengo miedo”, afirmó.