En un devastador y trágico incidente en Costa Rica, un jugador de fútbol costarricense perdió la vida tras ser atacado y devorado por un cocodrilo mientras nadaba en un río infestado de estas bestias. La impactante escena dejó a los presentes horrorizados, ya que presenciaron impotentes cómo el gigantesco reptil arrastraba el cuerpo sin vida de Jesús “Chucho” López Ortiz.
El trágico suceso ocurrió cerca del pueblo de Santa Cruz, en la provincia de Guanacaste, a unos 220 kilómetros de la capital de Costa Rica, San José. Según las autoridades locales, Ortiz había saltado al río desde un puente que estaba cerrado para la pesca debido a la presencia de cocodrilos en el agua. Lamentablemente, la decisión de saltar al río se convirtió en una fatal y devastadora elección.
Aterrador momento en el que un jugador de fútbol es devorado por un cocodrilo
El equipo de fútbol amateur al que pertenecía Ortiz, Deportivo Río Cañas, confirmó la trágica noticia a través de un emotivo comunicado en Facebook: “Con profundo dolor, hacemos pública la muerte de nuestro jugador Jesús López Ortiz (Chucho) que Dios disfrute. Descansa en paz Chucho, compartimos el dolor de toda tu familia”.
Los presentes grabaron conmocionados la escena del cocodrilo nadando con el cuerpo inerte de Ortiz en sus poderosas mandíbulas. A pesar del horror y la angustia, los testigos no pudieron hacer nada para salvar la vida del joven futbolista.
La situación se tornó aún más complicada debido a las regulaciones de protección a la vida silvestre en Costa Rica. Los cocodrilos son animales protegidos en dicho país, y la caza o matanza de estos reptiles está estrictamente prohibida por el Ministerio de Ambiente y Energía.
Un final trágico para un hombre amado por todos
Ante esta complicación, las autoridades locales se vieron obligadas a tomar una decisión drástica y, con el fin de recuperar los restos de Ortiz, tuvieron que abatir al cocodrilo responsable del ataque. El fallecimiento de Jesús López Ortiz dejó un profundo vacío en la comunidad futbolística local y en sus seres queridos.
Además de ser recordado como un talentoso jugador y dedicado entrenador, Ortiz era un hombre de familia, dejando atrás a dos hijos, de 8 y 3 años. Sus amigos, familiares y compañeros de equipo lo describen como un ser humano excepcional, cuya ausencia se sentirá en cada rincón del campo de fútbol.