TEL AVIV, Israel (AP) — El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, habló el miércoles con el presidente palestino, Mahmud Abás, sobre reformar el sistema de autogobierno palestino dentro de los esfuerzos de Washington de recabar apoyos para sus planes de posguerra en Gaza, que también incluyen medidas hacia la formación de un estado palestino.
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Blinken dijo que ha conseguido compromisos de varios países de la región de contribuciones para la reconstrucción y gobernanza de la Franja de Gaza después de la guerra de Israel contra Hamás y que aún es posible una normalización más amplia de las relaciones árabe-israelíes, pero sólo si hay “una senda a un estado palestino”.
En su reunión en la ciudad cisjordana de Ramala, Blinken dijo a Abás que Washington apoya “pasos tangibles hacia la creación de un estado palestino”, según el vocero del Departamento de Estado Matthew Miller. Los dos hablaron sobre reformas administrativas, añadió.
La estrategia planteada por Blinken enfrenta obstáculos importantes. El gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se opone con firmeza a la creación de un estado palestino junto a Israel. Además, los líderes autócratas palestinos con apoyo occidental, cuyas fuerzas fueron expulsadas de Gaza cuando Hamás tomó el poder en 2007, carecen de legitimidad a ojos de muchos palestinos.
La guerra en Gaza sigue en marcha sin final a la vista y alimenta una catástrofe humanitaria en el diminuto enclave costero. La lucha también ha aumentado la violencia entre Israel y los milicianos libaneses de Hezbollah, lo que plantea el temor a un conflicto más amplio.
En su cuarta visita a la región desde que comenzó la guerra hace tres meses, en los últimos días Blinken se ha reunido con los líderes de Arabia Saudí, Jordania, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Turquía. Afirma que están abiertos a contribuir a los planes de posguerra a cambio de progresos en la creación de un estado palestino.
Tras reunirse con Netanyahu y otros dirigentes israelíes el martes, Blinken ofreció un mensaje sombrío y dijo que Israel debe dejar de socavar la capacidad de los palestinos de gobernarse a sí mismos con su expansión de los asentamientos, demoliciones de hogares y desahucios en Cisjordania.
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Pero también dijo que la Autoridad Palestina “tiene una responsabilidad de reformarse, de mejorar su gobernanza” y que lo comentaría con Abás, de 88 años, que no se ha presentado a elecciones desde 2005 y carece de apoyo entre su propia gente.
La Autoridad Palestina gobierna partes de la Cisjordania ocupada por Israel según acuerdos de paz interinos alcanzados en la década de 1990, y coopera con Israel en cuestiones de seguridad. Pero ha sido incapaz de impedir la expansión de asentamientos en tierras que reclama para un estado futuro, y no ha habido conversaciones de paz serias o relevantes desde que Netanyahu regresó al poder en 2009.
El gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no ha logrado que Israel haga ni siquiera concesiones relativamente menores a los palestinos, como entregar todos los ingresos fiscales que recauda en su nombre o permitir la reapertura de un consulado estadounidense que sirva a los palestinos en Jerusalén Oriental, una zona anexionada por Israel.
Abás tenía previsto reunirse más tarde el miércoles con los líderes de Jordania y Egipto, dos aliados estadounidenses que han servido como mediadores desde hace tiempo en el conflicto israelí-palestino, en la ciudad jordana de Aqaba, en el mar Rojo.
Israel ha prometido seguir peleando hasta que aplaste a Hamás y recupere a docenas de rehenes capturados por los milicianos tras el ataque del 7 de octubre que desencadenó la guerra. Las autoridades israelíes dicen que la campaña continuará durante el resto del año, y sus propios planes de posguerra contemplan un control militar indefinido sobre el territorio, del que retiró a sus soldados y colonos en 2005.
Casi el 85% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares por los combates, y casi un cuarto de ellos están en riesgo de hambruna porque el asedio israelí apenas permite la entrada de un goteo de comida, agua, medicamentos y otros suministros.
Blinken pidió la entrada de más alimentos, agua, medicamentos y otro material de ayuda, y que se distribuyeran de forma más eficaz, y pidió a Israel que “haga todo lo que pueda para eliminar cualquier obstáculo”.
La ofensiva ha convertido buena parte del norte del territorio, incluida Ciudad de Gaza, en un erial, y planteado preocupaciones sobre si los cientos de miles de palestinos que huyeron de esas zonas podrán regresar algún día. Miembros ultraderechistas del gobierno de Netanyahu han pedido que se les reubique en otro lugar, algo que según las voces críticas equivaldría a una limpieza étnica.
Blinken dijo que Estados Unidos se opone a esa idea y que la reubicación no es la política del gobierno israelí. También dijo que había conseguido un acuerdo sobre un mecanismo de inspección de Naciones Unidas en el norte de Gaza para determinar cómo y cuándo podría regresar la gente.
El ejército se centra ahora en grandes operaciones en la ciudad sureña de Jan Yunis y en campos de refugiados urbanos en el centro de Gaza que se remontan a la guerra de 1948 en torno a la creación de Israel. Cientos de personas han muerto en los últimos días en ataques continuados en todo el territorio, incluidas zonas muy al sur donde se dijo a la gente que se refugiara.
Un ataque aéreo el martes por la noche golpeó una casa de cuatro pisos al oeste de la ciudad más septentrional del territorio, Rafah, donde mató al menos a 14 personas e hirió al menos a 20, incluidos mujeres y niños, según funcionarios de salud. Periodistas de Associated Press vieron cómo se llevaban los muertos y heridos a hospitales cercanos.
Jaber Abu Hamed, que huyó de su casa en Ciudad de Gaza el mes pasado y se cobijaba cerca del principal hospital de Jan Yunis, dijo haber oído disparos y explosiones constantes. “Las sirenas de las ambulancias no paraban”, dijo.
Desde que comenzó la guerra, la ofensiva israelí sobre Gaza ha matado a más de 23.357 palestinos, en torno al 1% de la población, y herido a más de 59.000, según el Ministerio de Salud en Gaza, controlado por Hamás. Unos dos tercios de los muertos son mujeres y niños. La cifra de muertos no distingue entre combatientes y civiles.
En el ataque del 7 de octubre, en el que Hamás y otros milicianos sobrepasaron las defensas israelíes y asaltaron varias poblaciones, los milicianos palestinos mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles. Capturaron a unas 250 más, de las que casi la mitad fueron liberadas durante un cese el fuego de una semana en noviembre.
El ejército israelí dice que intenta evitar el daño a los civiles y responsabiliza a Hamás de la alta cifra de víctimas porque los milicianos combaten en zonas densamente pobladas. Dice haber matado a unos 8.000 milicianos —sin presentar pruebas— y que 186 de sus soldados han perdido la vida en la ofensiva.
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Jobain informó desde Rafah, Gaza Strip y Magdy desde El Cairo.