HOPKINS, Minnesota, EE.UU. (AP) — Cada domingo, Johann Teran asiste a una misa luterana en los suburbios de Minneapolis, tratando de encontrar algo de esperanza de que el futuro que estaba construyendo no se esté desvaneciendo por completo.
Al igual que cientos de miles de venezolanos afectados por crisis políticas y económicas, Teran, su esposa y su suegra solicitaron diferentes tipos de protecciones humanitarias en Estados Unidos que el gobierno del presidente Donald Trump ha restringido o que se tiene previsto que terminen pronto.
“Me siento como si me estuvieran diciendo: ‘Ve, simplemente regresa, no te queremos’. Incluso cuando me dieron la oportunidad de estar aquí”, dijo Teran. “Estamos completamente desesperanzados, tratando de encontrar esperanza, y por eso voy más a la iglesia, para buscar o encontrar esta esperanza que necesito”.
El abogado de 27 años de edad llegó a Minnesota hace ocho meses a través de un programa de permiso condicional humanitario que el gobierno del expresidente Joe Biden creó en 2022. Este programa otorgó visas de dos años a 500.000 personas procedentes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, todos países considerados por Estados Unidos como con gobiernos inestables o represivos, si contaban con un patrocinador financiero en la nación norteamericana y pasaban verificaciones de antecedentes.
La esposa de Teran, Karelia, de 29 años, aún no había recibido aprobación cuando el nuevo gobierno puso fin al programa, dejándola en Venezuela sin un camino legal hacia Estados Unidos. La madre de ella, Marlenia Padron, recibió el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), otro mecanismo para personas que huyeron de países en crisis, en 2023, pero el gobierno ha ordenado que finalice a principios de abril para varios cientos de miles de venezolanos como ella. Cientos de miles de venezolanos y haitianos más perderán el TPS en los próximos meses. El jueves, se presentaron demandas para revertir la decisión sobre los venezolanos.
Antes de cocinar la cena en su pequeño apartamento decorado con fotos de parientes lejanos y estatuillas de la Virgen María, Padron dijo que entiende que el presidente Trump “se molestó” con los venezolanos que han cometido crímenes en Estados Unidos y quiere deportarlos.
“Ya elimina el TPS y caemos todos,” dijo Padron. “No sé qué va a pasar, qué va a pasar con muchas personas que no estamos aquí haciéndole daño a nadie. Yo soy una persona normal. Como es corriente, estoy trabajando, yo declaro mis impuestos. Quería comprar una casa. Eran los planes que teníamos, pero ya esos planes no los puedo tener", añadió.
Padron, de 53 años, dijo que las amenazas en su contra comenzaron cuando la crisis económica de Venezuela se intensificó. Trabajando como abogada para una oficina del gobierno local en Puerto La Cruz, dijo que fue secuestrada para pedir rescate, detenida con acusaciones políticas falsas y vigilada, mientras veía cómo sus ingresos desaparecían en la crisis monetaria, el agua y la electricidad le eran racionadas y la medicina para su madre anciana escaseaba.
"Lo del secuestro fue el detonante”, comentó y relató cómo fue tomada de un centro comercial y mantenida como cautiva durante tres días, mientras era golpeada y acusada de ser una “traidora de la patria” por plantear preguntas sobre la corrupción.
“Nadie puede decir que Venezuela es un lugar que tiene estabilidad y respeto por los derechos humanos. Así que la gente va a seguir huyendo”, dijo Karen Musalo, abogada y profesora que dirige el Centro de Estudios de Género y Refugiados en la Facultad de Derecho de la Universidad de California en San Francisco. “Estados Unidos, diría yo bajo el gobierno Biden, con el permiso condicional humanitario y el Estatus de Protección Temporal, estaba reconociendo eso y respondiendo a ello”.
Musalo señaló que la mayoría de los aproximadamente ocho millones de venezolanos que huyeron en los últimos años se dirigieron a otros países de América Latina, desencadenando una crisis regional.
Padrno fue primero a Colombia, cruzando en canoa un río donde merodeaban pandillas y guerrillas. Preocupada de que aún pudiera ser blanco, decidió viajar a México, cruzar a Estados Unidos y entregarse a las autoridades de inmigración estadounidenses, con el fin de solicitar asilo, un proceso que puede tardar muchos años.
Cuando comenzó el programa especial de TPS, solicitó, obtuvo un permiso de trabajo y un empleo en una imprenta, y finalmente se sintió segura en su nuevo hogar en Minnesota, sin tener que estar siempre mirando por encima del hombro por amenazas o lidiando con la escasez de productos básicos.
“Yo llego a la casa, hago mi almuerzo para mañana, si quiero comer en la calle como en la calle, porque hay calidad de vida, gano lo que se gana para tú vivir tranquilo, ¿me entiendes?”, comentó. “No voy a ir a una estación de servicio a echar gasolina y voy a pasar dos días en la fila”.
Padron nunca había visto árboles sin hojas cuando llegó en otoño de 2021, así que adaptarse a los inviernos fríos ha sido impactante. Sin embargo, encuentra paz en la nieve.
“Mis zapatos, a veces cuando hay mucha nieve, los dejo afuera y abro y digo: ‘Ay, los zapatos los deje’ afuera, y están allí. En Venezuela eso no sucede. En Venezuela se roban los zapatos", señaló.
Ahora su hija no tiene forma de reunirse con la familia, y Padron no está segura de sus próximos pasos. Incluso su padre en Venezuela le ha estado preguntando: “¿Cómo está eso de migración, hija?... ¿Te van a deportar?”. Pero ella dice que no puede regresar por miedo a su vida.
Criada católica, espera que si puede quedarse en Estados Unidos, obtenga una casa más grande con un altar cubierto de flores para las dos estatuillas: una que honra a la Virgen Del Valle de su ciudad natal y la otra es un ícono especialmente venerado por los cubanos, la Virgen de la Caridad.
Mientras tanto, comenzó a asistir a la iglesia Tapestry, una congregación luterana donde tanto los ancianos como los migrantes latinoamericanos rezan en español e inglés.
En 2023, la iglesia había solicitado patrocinar el permiso condicional humanitario para 38 venezolanos, pero esos casos nunca fueron procesados. Ahora, intenta tranquilizar a sus congregantes a pesar de los temores generalizados.
“Tenemos la convicción de que somos más fuertes en comunidad”, dijo la reverenda Melissa Melnick Gonzalez, pastora de Tapestry.
Teran, que trabaja como asistente legal, ha estado desempeñándose como voluntario en la congregación, ayudando a otros inmigrantes con trámites.
“Todos están preocupados y algo ansiosos. La gente ya no quiere salir”, comentó. “La comunidad venezolana está simplemente en casa. Todos estamos esperando, como si fuéramos criminales”.
Teran está tratando de obtener una visa de trabajo que le impida regresar a Venezuela al tiempo que permita que su esposa, una ortodoncista, salga de un país donde los jóvenes profesionales como ellos no pueden llegar a fin de mes, y cualquier protesta plantea el riesgo de que se produzca una represión violenta.
Dijo que estudió democracia en la facultad de derecho y le gustaría ejercer la abogacía en Estados Unidos, donde “no hay impunidad”.
“Así que ese sueño también está siendo cancelado por Trump”, expresó Teran.
En una reciente noche, mientras Padron freía arepas, Teran llamó por video a su esposa y se acercó a la pantalla del teléfono cuando ella encendió la cámara para mostrar a sus dos perros Schnauzer dormidos, Hoddy y Honey. Esperando que el permiso condicional humanitario de Karelia fuera aprobado en cualquier momento, se había mudado a un apartamento que aceptaba mascotas antes de que se terminara el programa.
“No veo ningún futuro en este momento en el que pueda estar conmigo, de hecho no hay nada que pueda hacer en este momento para tenerla”, comentó Teran. “No entiendo eso, ¿por qué me permites entrar legalmente y ahora me tratas como a un ilegal?”.
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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable del contenido.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.