Una emboscada a una patrulla de seguridad siria por parte de hombres armados leales al derrocado gobernante Bashar Assad derivó en enfrentamientos que, según un grupo que monitorea la guerra en el país, han dejado más de 1.000 muertos en cuatro días.
El ataque del jueves cerca de la ciudad portuaria de Latakia reabrió las heridas de la guerra civil de 13 años en el país y desató la peor violencia que Siria ha visto desde diciembre, cuando insurgentes encabezados por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham, o HTS, derrocaron a Assad.
La contraofensiva contra los leales a Assad en la región costera mayoritariamente alauita causó estragos en varias ciudades y pueblos. Grupos defensores de los derechos humanos reportaron docenas de asesinatos de venganza resultado de ataques de combatientes suníes contra esa minoría islámica, independientemente de si estaban involucrados en la insurgencia.
A continuación presentamos un vistazo a la violencia más reciente en el país devastado por la guerra:
¿Qué desató la violencia?
Las tensiones han ido en aumento desde la caída de Assad tras ataques sectarios contra los alauitas, que gobernaron Siria durante más de 50 años bajo la dinastía Assad. Las agresiones continuaron pese a las promesas del presidente interino del país de que los nuevos gobernantes forjarán un futuro político para la nación que incluya y represente a todas sus comunidades.
En su emboscada, los hombres armados alauitas pro-Assad abrumaron a las fuerzas de seguridad del gobierno y luego tomaron el control de Qardaha, la ciudad natal de Assad, mientras Damasco se apresuraba a enviar refuerzos.
El portavoz del Ministerio de Defensa, el coronel Hassan Abdel-Ghani, indicó el domingo que las fuerzas de seguridad han recuperado el control de la región y continuarán persiguiendo a los líderes de la insurgencia.
Pero a pesar de que las autoridades pidieron poner fin a la incitación sectaria, los enfrentamientos se tornaron mortales y muchos civiles fueron asesinados.
¿Quiénes son los muertos?
Aparentemente la mayoría de los fallecidos son miembros de la comunidad alauita, que en gran medida vive en la provincia costera del país, incluidas las ciudades de Latakia y Tartús. Grupos defensores de los derechos humanos calculan que cientos de civiles fueron asesinados.
La secta alauita es una rama del islam chií y alguna vez formó el núcleo del electorado del gobierno de Assad en un país mayoritariamente suní.
Los opositores a Assad consideraban que Siria, bajo el gobierno de su familia, era un régimen que otorgaba privilegios a la comunidad alauita. A medida que la guerra civil se intensificó, surgieron grupos de milicianos en todo el país que trataban a los alauitas como afiliados a Assad y sus principales aliados militares, Rusia e Irán.
El nuevo gobierno interino de Siria está bajo el control de islamistas suníes. El presidente interino Ahmad Al Sharaa, un exlíder de HTS, ha prometido que el país transitará hacia un sistema que incluya el mosaico de grupos religiosos y étnicos de Siria bajo elecciones imparciales, pero los escépticos cuestionan si eso realmente sucederá.
Actualmente se sabe poco sobre la insurgencia alauita, que está compuesta por remanentes de la red de ramas militares y de inteligencia de Assad, ni sobre quiénes podrían ser sus patrocinadores extranjeros.
¿Por qué fueron atacados los alauitas?
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó que 745 civiles fueron asesinados, en su mayoría en tiroteos. Además, 125 miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno y 148 combatientes de grupos armados afiliados a Assad fueron asesinados. La electricidad y el agua potable fueron cortadas en grandes áreas en los alrededores de Latakia, agregó el grupo.
Mientras tanto, los grupos activistas Campaña Siria y la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés), que abogaron en contra de Assad después de que comenzara la guerra civil en 2011, indicaron el sábado que tanto las fuerzas de seguridad como los hombres armados pro-Assad estaban “llevando a cabo ejecuciones masivas y asesinatos sistemáticos”.
La SNHR estimó que 100 miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno fueron muertos el jueves, mientras que 125 de aproximadamente 140 civiles perdieron la vida el fin de semana en “supuestos asesinatos de venganza”.
The Associated Press no pudo verificar esos números. A lo largo de los años no ha sido infrecuente que se proporcionen cifras de muertos contradictorias durante ataques en Siria. Dos residentes de la región costera dijeron que muchas casas de familias alauitas fueron saqueadas y quemadas. Hablaron desde sus escondites a condición de guardar el anonimato, ya que temen por su vida.
Damasco culpó a “acciones individuales” por la violencia generalizada contra los civiles, y dijo que las fuerzas de seguridad del gobierno estaban respondiendo a los hombres armados leales al antiguo gobierno.
¿Puede Damasco restaurar la calma tras los enfrentamientos?
Damasco ha pasado apuros para reconciliarse con los escépticos de su gobierno islamista, así como con las autoridades lideradas por kurdos en el noreste y la minoría drusa en el sur. Al Sharaa ha cabildeado para convencer a Estados Unidos y Europa de levantar las sanciones que enfrenta el país, con el fin de allanar el camino hacia la recuperación económica, sacar a millones de sirios de la pobreza y hacer que Siria sea viable nuevamente.
A Washington y Europa les preocupa que levantar las sanciones antes de que Siria transite hacia un sistema político inclusivo podría allanar el camino para otro capítulo de gobierno autocrático.
Al Sharaa apeló a los sirios y a la comunidad internacional en un discurso el fin de semana, en el que pidió se haga rendir cuentas a cualquier persona que dañe a civiles y maltrate a prisioneros. Tales violaciones a los derechos humanos fueron rampantes bajo el gobierno de Assad. Al Sharaa —que culpó a los remanentes del antiguo gobierno por el estallido de violencia, y a ciertos partidos extranjeros que los apoyan— también formó una comisión compuesta en su mayoría por jueces para investigar la violencia.
En un comunicado emitido el domingo, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, instó a las autoridades sirias a “hacer que los perpetradores de estas masacres” rindan cuentas. Rubio indicó que Washington “está con las minorías religiosas y étnicas de Siria, incluyendo a sus comunidades cristianas, drusas, alauitas y kurdas”.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.