BOGOTÁ (AP) — El efusivo presidente de izquierdas de Colombia, Gustavo Petro, es uno de los mayores opositores a los combustibles fósiles en el escenario mundial actual, con discursos en los que considera el petróleo y el carbón, junto a la cocaína, como los “tres venenos” de su país. Se ha marcado el objetivo de desvincular a Colombia de este tipo de combustibles, situando la transición a las energías limpias y la protección ambiental en el centro de su agenda.
Su oposición viene de lejos, pero también es práctica. Se calcula que las reservas de petróleo de Colombia solo durarán unos siete años y, sin nuevos yacimientos, el país tendrá que encontrar una forma de seguir adelante sin el petróleo y el carbón que suponen más de la mitad de sus exportaciones.
Pero hacerlo exigirá superar los mismos desafíos que enfrentan muchas naciones más pequeñas ante la transición energética: costos de deuda más elevados que los de los países más desarrollados, dijo la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad.
Muhamad ha llamado la atención acerca del reto que encara Colombia en las conversaciones sobre clima de Naciones Unidas que se celebran en Azerbaiyán. El principal objetivo de la llamada COP29 este año es establecer cuánto contribuirán las naciones ricas para ayudar al mundo en desarrollo a enfrentar el cambio climático y transformar sus sistemas energéticos.
En una conferencia de prensa en el marco del diálogo climático, Muhamad dijo el sábado que el mundo “no puede continuar jugando con las mismas reglas financieras que dejan atrás a los países en desarrollo”.
La ministra destacó también el apoyo de Bogotá a un tratado de no proliferación de combustibles fósiles. El pacto, modelado a partir de otros como el de no proliferación nuclear, tiene como objetivo frenar la expansión de nuevos proyectos de carbón, petróleo y gas, y gestionar la transición global para alejarse de los combustibles fósiles.
“El petróleo no es un regalo de Dios”, dijo Muhamad a The Associated Press en un aparte de la COP29, refiriéndose a unas declaraciones del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, a principios de semana. “Es una trampa. Tenemos que desvincularnos de eso".
“Estamos tratando de buscar un camino que realmente nos ayude a ser más resilientes, a ser más competitivos en una nueva era económica donde el clima y las personas están en el centro, para que podamos crear una economía diferente”, dijo Muhamad. “Pero no estamos encontrando una respuesta positiva hacia este camino”.
Las economías en desarrollo deben hacer frente a costes más elevados para la energía renovable y los proyectos sostenibles debido en parte a los riesgos percibidos por los inversionistas, según el Foro Económico Mundial, que sostiene que para la transición energética se necesita una inversión internacional significativa.
Muhamad apuntó que, como muchas naciones en desarrollo, Colombia asume “condiciones injustas” para acceder al capital.
Petro, que durante su juventud fue guerrillero del grupo marxista M-19, critica desde hace mucho lo que denomina sector extractivo “codicioso”. Frenó la aprobación de nuevos contratos de perforación petrolera, prohibió el fracking y ha impulsado algunos de los primeros proyectos de energía eólica marina en América Latina desde que asumió el cargo en 2022.
Pero su misión de dejar atrás los combustibles fósiles también sido criticada.
Tomás González, quien fungió como ministro de Energía con el Partido Conservador y que ahora dirige el Centro Regional de Estudios Energéticos en Bogotá, calificó el enfoque de Petro de “muy radical”.
“Mientras haya demanda, alguien la satisfará, por lo que restringir la producción nacional no reduce las emisiones a nivel mundial”, apuntó González. “Pero para Colombia esto supone grandes sacrificios en ingresos fiscales y financiamiento del gasto público”.
El petróleo y el carbón son clave para los ingresos nacionales de Colombia, según datos del gobierno, ya que representan alrededor del 8% del PIB y más del 50% de sus exportaciones. Es el sexto mayor exportador de carbón del mundo, según la agencia nacional de minería, y está entre los 20 primeros en el sector petrolero. Pero sus reservas de petróleo se consideran pequeñas —para alrededor de siete años—, según el regulador del sector, ANH.
“No tenemos grandes reservas”, dijo Muhamad. “No somos como otros países que podrían tener 200 años de petróleo bajo el suelo. Entonces, a medida que el mundo se descarboniza, nuestros mercados se cerrarán y necesitaremos un reemplazo”.
En Colombia podría haber más petróleo y gas, pero el gobierno de Petro ha dejado de emitir nuevos contratos de exploración. Esto, de acuerdo con González, va en “dirección opuesta a lo que necesitamos”.
A finales de septiembre, el país lanzó una nueva cartera de inversiones para sus planes de adaptación al clima. Se espera que el programa recaude 40.000 millones de dólares para ayudar a financiar el ecoturismo, una transición energética justa y la conservación y restauración de ecosistemas.
“Colombia está haciendo, en cierto modo, lo correcto al decir que necesitamos alejarnos de los combustibles fósiles”, indicó Bill Hare, un científico climático y director ejecutivo de Climate Analytics, un grupo de ciencia y política que apoya la acción contra el cambio climático.
“Lo hacen por una combinación de diferentes razones, algunas de ellas económicas, algunas básica y completamente morales y orientadas en torno a la crisis climática. Lo realmente malo que pasa es que no cuentan con el respaldo de la comunidad financiera internacional”.
Según Hare, la comunidad financiera va "con la industria de los combustibles fósiles, por lo que Colombia enfrenta una degradación económica (...) Necesitarán respaldo. Puede que no sea con dinero en efectivo, pero podría ser con garantías de deuda. Pueden ser todo tipo de cosas que, en última instancia, no cuestan mucho y marcan la diferencia”.
Para González, cuando se trata de la transición energética, hay importantes brechas entre las ambiciones de Petro y las políticas en marcha.
“Colombia necesita ampliar su oferta de energía limpia y mejorar la eficiencia energética a una escala y una velocidad mucho mayor de lo que se está haciendo actualmente”, afirmó. “Cuando quieres ser un líder global, la desconexión entre los objetivos y las acciones políticas en este ámbito sigue siendo un desafío importante”.
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Arasu informó desde Bakú, Azerbaiyán. El periodista de The Associated Press Seth Borenstein en Bakú contribuyó a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.